Tengo en este blog un admirador secreto -o no tan secreto- que dice que soy buena y la persona más inteligente que conoce. Yo, como de costumbre, tengo que replicarle. Y le digo que no estoy segura de ser demasiado inteligente. Él, que tanto me conoce (o conocía), se sorprende y me pregunta que por qué digo esas cosas. Le contesté que, a veces, lo más inteligente no es quedarse y luchar por lo que quieres; que, a veces, lo más inteligente no es darlo todo y poner la felicidad del resto por delante de la tuya... que, a veces, huir es de ser inteligente.
Claro que, después de pensarlo un rato, me he dado cuente de que sí soy inteligente. Lo soy porque nunca me rindo, pues sé que ésa es mi mayor victoria. Lo soy porque también sé que no conozco mayor felicidad que la de hacer felices a las personas a las que amo, por mucho que eso duela. Soy inteligente porque siempre encuentro una posibilidad, por ínfima que sea; lo soy porque no puedo dejar de buscar hasta encontrar la solución. Así pues, además de ser inteligente, visto de este modo, podría decirse que soy, incluso, egoísta. Todo lo que hice, lo que hago y lo que haré; todo lo que he luchado, lucho y lucharé; todo lo que me he prometido y he cumplido, lo que me prometo y cumpliré, lo que prometeré y cumpliré; todo lo que amé, amo y amaré...todo, lo hice sólo porque así fui, soy y seré feliz.
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