domingo, 15 de julio de 2012

¿Y el biombo?, El Principito, Vol. III

La flor, que había trabajado con tanta precisión, dijo en medio de un bostezo:
- ¡Ah! Acabo de despertarme... Perdóname... Todavía estoy toda despeinada....
El principito, entonces, no pudo contener su admiración:
- ¡Qué hermosa eres!
- ¿Verdad? -respondió suavemente la flor-. Y he nacido al mismo tiempo que el sol...
El principito advirtió que no era demasiado modesta, ¡pero era tan conmovedora!...
- Creo que es hora del desayuno -agregó enseguida la flor-. ¿Tendrías la bondad de acordarte de mí?
Y el principito, confuso, habiendo ido a buscar una regadera de agua fresca, sirvió a la flor. 


Así lo atormentó bien pronto con su vanidad un poco sobría. Un día, por ejemplo, hablando de las cuatro espinas, dijo al principito:
- ¡Ya pueden venir los tigres con sus garras!
- En mi planeta no hay tigres -objetó el principito-; y además, lo tigres no comen hierba.
- Yo no soy una hierba -respondió suavemente la flor.
- Perdóname...
- No temo a los tigres, peor siento horror a las corrientes de aire. ¿No tendrías un biombo?
<<Horror a las corrientes de aire...No es una suerte para una planta -observó el principito-. Esta flor es bien complicada...>>
- Por la noche me meterás bajo un globo. Aquí hace mucho frío. Hay pocas comodidades. Allá de donde vengo...
Pero se interrumpió. Había venido bajo forma de semilla. No había podido conocer nada de otros mundos. Humillada por haberse dejado sorprender en la preparación de una mentira tan ingenua, tosió dos o tres veces para poner en falta al principito.
- ¿Y el biombo?...
- ¡Lo iba a buscar, pero como me estabas hablando!...





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