martes, 31 de julio de 2012

Ser inteligente

Tengo en este blog un admirador secreto -o no tan secreto- que dice que soy buena y la persona más inteligente que conoce. Yo, como de costumbre, tengo que replicarle. Y le digo que no estoy segura de ser demasiado inteligente. Él, que tanto me conoce (o conocía), se sorprende y me pregunta que por qué digo esas cosas. Le contesté que, a veces, lo más inteligente no es quedarse y luchar por lo que quieres; que, a veces, lo más inteligente no es darlo todo y poner la felicidad del resto por delante de la tuya... que, a veces, huir es de ser inteligente.

Claro que, después de pensarlo un rato, me he dado cuente de que sí soy inteligente. Lo soy porque nunca me rindo, pues sé que ésa es mi mayor victoria. Lo soy porque también sé que no conozco mayor felicidad que la de hacer felices a las personas a las que amo, por mucho que eso duela. Soy inteligente porque siempre encuentro una posibilidad, por ínfima que sea; lo soy porque no puedo dejar de buscar hasta encontrar la solución. Así pues, además de ser inteligente, visto de este modo, podría decirse que soy, incluso, egoísta. Todo lo que hice, lo que hago y lo que haré; todo lo que he luchado, lucho y lucharé; todo lo que me he prometido y he cumplido, lo que me prometo y cumpliré, lo que prometeré y cumpliré; todo lo que amé, amo y amaré...todo, lo hice sólo porque así fui, soy y seré feliz.

martes, 24 de julio de 2012

Cuando las cosas ya no valen nada


Es bonito contar en tu vida con alguien que realmente se alegre por ti. Pero que se alegre de verdad; no que te diga: ¡Eh!, Enhorabuena…sino tener a alguien a quien con cada éxito tuyo se le dispare el brillo en los ojos y se alegre desde lo mas hondo de su corazón hasta sentir, incluso, que se le pone la piel de gallina.

Porque sí, porque a todos nos gusta alcanzar metas y ver cumplidos nuestros sueños. Pero, realmente, ¿de qué vale todo eso si no tienes a nadie con quien compartirlos? A esa persona que, durante el camino, te alienta en cada paso y te ofrece su mano en cada caída. Tener a esa persona, o personas, que luchan por ti, por lo tuyo, que se deja la vida en ello porque hacen de tu felicidad la suya propia.

Es, igualmente divertido, por ejemplo, salir por ahí con los amigos, amigas, viajar, conocer mundo, gente…pero, ¿de qué vale todo eso si no tienes a nadie deseando que llegues a casa? Alguien con quien compartir lo vivido, con quien celebrar el reencuentro y con quien coleccionar un millón de recuerdos.

En la vida todo está hecho para compartirse. Los fracasos, para que quien realmente te quiere, te lo demuestre y dé la cara por ti. Los éxitos, para disfrutarlos con la persona que te ha llevado hasta ellos, que te ha acompañado en el camino…que ha luchado, aunque en la sombra, contigo, contra viento y marea. La persona que sufre cuando tú sufres, que llora tus lágrimas, que aguarda tus ausencias, que te regala cada sonrisa aunque le cueste sacarla, sólo porque cree que tú la necesitas más. La persona que te haga sentir todo eso, y que además todo lo que haga sea real, nada fingido. Porque sino, sino las cosas no valen nada. 

Lo siento mucho por todas las personas que no han conocido nunca ésta sensación, la seguridad de saber que eres la vida de otra persona…Aunque lo siento aún más por aquellas personas que alguna vez la tuvieron y se atrevieron a perderla. Porque ése es el verdadero tesoro que podemos acuñar a lo largo de nuestra vida. No valen las cosas materiales, los momentos de diversión efímeros, los títulos, las palabras, los números… Lo que realmente vale es la incondicionalidad que sólo un corazón puro puede regalarte. 

sábado, 21 de julio de 2012

Lo esencial es invisible a los ojos, El Pricipito, Fin.

El principito se fue a ver nuevamente las rosas:
- No sois en absoluto parecidas a mi rosa; no sois nada -les dijo-. Nadie os ha domesticado y no habéis domesticado a nadie. Sois como mi zorro. No era más que un zorro semejante a cien mil otros. Pero yo lo hice mi amigo y ahora es único en el mundo.
Y las rosas se sintieron molestas.


- Sois bellas, pero estáis vacías -continuó-. No se puede morir por vosotras. Sin duda un transeúnte común creerá que mi rosa se os parece. Pero ella sola es más importante que todas vosotras, puesto que ella es la rosa que he regado. Puesto que ella es la rosa que puse bajo un globo. Puesto que ella es la rosa que abrigué con el biombo. Puesto que ella es la rosa cuyas arrugas maté (salvo dos o tres que se hicieron mariposas). Puesto que ella es la rosa a la que escuché quejarse, o alabarse, o aun, algunas veces, callarse. Porque ella es mi rosa.


Y volvió hacia el zorro:
- Adiós -dijo.
- Adiós -dijo el zorro-. He aquí mi secreto. Es muy simple: no se ve bien sino con el corazón. Lo esencial es invisible a los ojos.
- Lo esencial es invisible a los ojos -repitió el principito, a fin de acordarse.
- El tiempo que perdiste por tu rosa hace que tu rosa sea tan importante. 


[...]


<<Lo que me emociona tanto de este principito dormido es su fidelidad por una flor, es la imagen de una rosa que resplandece en él como la llama de una lámpara, aun cuando duerme...>>





viernes, 20 de julio de 2012

Si me domesticas..., El Principito, Vol VII

Entonces apareció el zorro.
- Buenos días -dijo el zorro.
- Buenos días -respondió cortésmente el principito, que se dio la vuelta, pero no vio nada.
- Estoy aquí -dijo la voz-, bajo el manzano...
- ¿Quién eres? -dijo el principito-. Eres muy lindo...
- Soy un zorro -dijo el zorro.
- Ven a jugar conmigo -le propuso el principito -. ¡Estoy tan triste!...
- No puedo jugar contigo -dijo el zorro-. No estoy domesticado.
- ¡Ah! Perdón. -dijo el principito.
Pero después de reflexionar, agregó:
- ¿Qué significa <<domesticar>>?
[...]
- Es una cosa demasiado olvidada -dijo el zorro- significa <<crear lazos>>.
- ¿Crear lazos?
- Sí -dijo el zorro-. Para mí no eres más que un muchachito semejante a cien mil muchachitos. Y no te necesito. Y tú tampoco me necesitas. No soy para ti más que un zorro semejante a cien mil zorros. Pero, si me domesticas, tendremos necesidad el uno del otro. Seras para mí único en el mundo. Seré para ti único en el mundo...
-Empiezo a comprender -dijo el principito-. Hay una flor...Creo que me ha domesticado. 
- Es posible -dijo el zorro-. ¡En la Tierra se ve toda clase de cosas...!
[...]
El zorro volvió a su idea:
- Mi vida es monótona. Cazo gallinas, los hombres me cazan. Todas las gallinas se parecen y todos los hombres se parecen. Me aburro, pues, un poco. Pero, si me domesticas, mi vida se llenará de sol. Conoceré un ruido de pasos que será diferente de todos los otros. Los otros pasos me hacen esconder bajo la tierra. El tuyo me llamará fuera de la madriguera, como una música. Y además, ¡mira! ¿Ves, allá, los campos de trigo? Yo no como pan. Para mí el trigo es inútil. Los campos de trigo no me recuerdan a nada. ¡Es bien triste! Pero tú tienes cabellos color de oro. Cuando me hayas domesticado, ¡será maravilloso! El trigo dorado será un recuerdo de ti. Y amaré el ruido del viento en el trigo...

El zorro calló y miró largo tiempo al principito.
- ¡Por favor..., domestícame! -dijo.
- Me gustaría -respondió el principito-, pero no tengo mucho tiempo. Tengo que encontrar amigos y conocer muchas cosas.
- Sólo se conocen las cosas que se domestican -dijo el zorro-. [...] Si quieres un amigo, ¡domestícame!
- ¿Qué hay que hacer? -dijo el principito.
- Hay que ser paciente -respondió el zorro-. Te sentarás al principio un poco lejos de mí, así, en la hierba. Te miraré de reojo y no dirás nada. La palabra es fuente de malentendidos. Pero, cada día, podrá sentarte un poco más cerca...
Al día siguiente volvió el principito.
- Hubiese sido mejor venir a la misma hora -dijo el zorro-. Si vienes, por ejemplo, a las cuatro de la tarde, comenzaré a ser feliz desde las tres. Cuanto más avance la hora, más feliz me sentiré. A las cuatro me sentiré agitado e inquieto; ¡descubriré el precio de la felicidad! Pero si vienes a cualquier hora, nunca sabré a qué hora preparar mi corazón... Los ritos son necesarios.
- ¿Qué es un rito? -dijo el principito.
- Es también algo demasiado olvidado -dijo el zorro-. Es lo que hace que un día sea diferente de los otros días; una hora de las otras horas. [...]

Así, el principito domesticó al zorro. Y cuando se acercó la hora de la partida:
- ¡Ah!... -dijo el zorro-. Voy a llorar.
- Tuya es la culpa -dijo el principito-. No deseaba hacerte mal, pero quisiste que te domesticara...
- Sí -dijo el zorro. 
- ¡Pero vas a llorar! -dijo el principito.
- Sí -dijo el zorro.
- Entonces, no ganas nada.
- Gano -dijo el zorro-, por el color del trigo.
Luego, agregó:
- Ve y mira nuevamente las rosas. Comprenderás que la tuya es única en el mundo. Volverás para decirme adiós y te regalaré un secreto. 

miércoles, 18 de julio de 2012

Todas se parecían a su flor, El principito, Vol. VI

Sucedió que el principito, habiendo caminado largo tiempo a través de las arenas, de rocas y de nieves, descubrió al fin una ruta. Y todas las rutas van hacia la morada de los hombres. 
- Buenos días -dijo.
Era un jardín florido de rosas.
- Buenos días -dijeron las rosas.
El principito las miró. Todas se parecían a su flor. 
- ¿Quiénes sois? -les preguntó, estupefacto.
- Somos rosas -dijeron las rosas.
- ¡Ah! -dijo el principito. 
Y se sintió muy desdichado. Su flor le había contado que era la única de su especie en el universo. Y he aquí que había cinco mil, todas semejantes, en un solo jardín. 
<<Se sentiría bien vejada si viera esto -se dijo-; tosería enormemente y aparentaría morir para escapar al ridículo. Y yo tendría que aparentar cuidarla, pues, sino, para humillarme a mí también, se dejaría verdaderamente morir...>>
Luego, se dijo aún: <<Me creía rico con una flor única y no poseo más que una rosa ordinaria. La rosa y mis tres volcanes que me llegan a la rodilla, uno de los cuales quizá está apagado para siempre. Realmente no soy un gran príncipe...>> Y, tendido sobre la hierba, lloró. 


martes, 17 de julio de 2012

Vete, El Principito, Vol. V


Creo que, para su evasión, provechó una migración de pájaros silvestres. La mañana de la partida puso en orden su planeta. Deshollinó cuidadosamente los volcanes en actividad. Era muy cómodo para calentar el desayuno de la mañana. Poseía también un volcán extinguido. Pero, como decía el principito: <<¡No se sabe nunca!>> Deshollinó, pues, igualmente el volcán extinguido. Si se deshollinan bien los volcanes, arden suave y regularmente, sin erupciones. Las erupciones volcánicas son como el fuego en las chimeneas. Evidentemente, en nuestra tierra somos demasiado pequeños para deshollinar nuestros volcanes. Por eso nos causan tantos disgustos.

El principito arrancó también, con un poco de melancolía, los últimos brotes de baobabs. Creía que no iba a volver jamás. Pero todos estos trabajos cotidianos le parecieron extremadamente agradables esa mañana. Y cuando regó por última vez a la flor, y se dispuso a ponerla al abrigo de su globo, descubrió que tenía ganas de llorar. 
- Adiós -dijo a la flor.
Pero la flor no contestó.
- Adiós -repitió.
La flor tosió. Pero no por el resfriado.
- He sido tonta -le dijo por fin-. Te pido perdón. Procura ser feliz. 
Quedó sorprendido por la ausencia de reproches. Permaneció allí, desconcertado, con el globo en la mano. No comprendía esa calma mansedumbre.
- Sí, sí te quiero -prosiguió la flor-. No has sabido nada. No tiene importancia. Pero has sido tan tonto como yo. Procura ser feliz... Deja el globo en paz. Ya no lo quiero.
- Pero el viento...
- No estoy tan resfriada como para... El aire fresco de la noche me hará bien. Soy una flor.
- Pero los animales...
- Es preciso que soporte dos o tres orugas si quiero conocer a las mariposas. ¡Parece que es tan hermoso! Si no, ¿quién habrá de visitarme? Tú estarás lejos. En cuanto a los animales grandes, no les temo, tengo mis garras.
Y mostró ingenuamente sus cuatro espinas. Después agregó:
- No te detengas más, es molesto. Has decidido partir. Vete. 




lunes, 16 de julio de 2012

Demasiado joven, El Principito, Vol. IV

De este modo, el principito, a pesar de la buena voluntad de su amor, pronto dudó de ella. Había tomado en serio palabras sin importancia  se sentía muy desgraciado.
- No debí haberla escuchado -me confió un día-; nunca hay que escuchar a las flores. Hay que mirarlas y aspirar su aroma. La mía perfumaba mi planeta, pero yo no podía gozar con ello. La historia de las garras, que tanto me había fastidiado, debe de haberme enternecido...
Y me confió aún:
- No supe comprender nada entonces. Debí haberla juzgado por sus actos y no por sus palabras. Me perfumaba y me iluminaba. ¡No debí haber huido jamás! Debí haber adivinado su ternura, detrás de sus pobres astucias. ¡Las flores son tan contradictorias! Pero yo era demasiado joven para amarla. 



domingo, 15 de julio de 2012

¿Y el biombo?, El Principito, Vol. III

La flor, que había trabajado con tanta precisión, dijo en medio de un bostezo:
- ¡Ah! Acabo de despertarme... Perdóname... Todavía estoy toda despeinada....
El principito, entonces, no pudo contener su admiración:
- ¡Qué hermosa eres!
- ¿Verdad? -respondió suavemente la flor-. Y he nacido al mismo tiempo que el sol...
El principito advirtió que no era demasiado modesta, ¡pero era tan conmovedora!...
- Creo que es hora del desayuno -agregó enseguida la flor-. ¿Tendrías la bondad de acordarte de mí?
Y el principito, confuso, habiendo ido a buscar una regadera de agua fresca, sirvió a la flor. 


Así lo atormentó bien pronto con su vanidad un poco sobría. Un día, por ejemplo, hablando de las cuatro espinas, dijo al principito:
- ¡Ya pueden venir los tigres con sus garras!
- En mi planeta no hay tigres -objetó el principito-; y además, lo tigres no comen hierba.
- Yo no soy una hierba -respondió suavemente la flor.
- Perdóname...
- No temo a los tigres, peor siento horror a las corrientes de aire. ¿No tendrías un biombo?
<<Horror a las corrientes de aire...No es una suerte para una planta -observó el principito-. Esta flor es bien complicada...>>
- Por la noche me meterás bajo un globo. Aquí hace mucho frío. Hay pocas comodidades. Allá de donde vengo...
Pero se interrumpió. Había venido bajo forma de semilla. No había podido conocer nada de otros mundos. Humillada por haberse dejado sorprender en la preparación de una mentira tan ingenua, tosió dos o tres veces para poner en falta al principito.
- ¿Y el biombo?...
- ¡Lo iba a buscar, pero como me estabas hablando!...





sábado, 14 de julio de 2012

La brizna que no se parecía a las otras briznas, El Principito, Vol II.

Aprendí bien pronto a conocer a esa flor. En el planeta del principito siempre había habido flores muy simples, adornadas con una sola hilera de pétalos, que apenas ocupaban lugar y que no molestaban a nadie. Aparecían una mañana entre la hierba y luego se extinguían por la noche. Pero aquélla había germinado un día de una semilla traída de no se sabe dónde y el principito había vigilado, muy de cerca, a esa brizna que no se parecía a las otras briznas. 


Podía ser un nuevo género de baobab. Pero el arbusto cesó pronto de crecer y comenzó a elaborar una flor. El principito, que asistió a la formación de un capullo enorme, sentía que iba a surgir una aparición milagrosa, pero, al abrigo de su cámara verde, la flor no terminaba de preparar el embellecimiento.

Elegía con cuidado sus colores. Se vestía lentamente y ajustaba uno a uno sus pétalos. No quería salir llena de arrugas como las amapolas. Quería aparecer con el pleno resplandor de su belleza. ¡Ah!, ¡sí! ¡Era muy coqueta! Su misterioso atavío había durado días y días. Y he aquí, que una mañana, exactamente a la hora de la salida del sol, se mostró.




viernes, 13 de julio de 2012

¿No es importante?, El Principito, Vol I.

Al quinto día, siempre gracias al cordero, me fue revelado el secreto de la vida del principito. Me preguntó, sin preámbulos, como fruto de un problema largo tiepo meditado en silencio:
- Si un cordero come arbustos, ¿come también flores?
- Un cordero come todo lo que encuentra.
- ¿Hasta las flores que tienen espinas?
- Sí. Hasta las flores que tienen espinas.
- Entonces, las espinas, ¿para qué sirven?
Yo no lo sabía, estaba muy ocupado tratando de destornillar un bulón demasiado ajustado de mi motor. Estaba muy preocupado, pues mi avería comenzaba a resultarme muy grave y el agua que se agotaba me hacía temer lo peor. 
- Las espinas, ¿para qué sirven?
El Principito jamás renunciaba a una pregunta, una vez que la había formulado. Yo estaba irritado por mi bulón y respondí cualquier cosa:
- Las espinas no sirven para nada. Son pura maldad de las flores. 
- ¡Oh!
Después de un silencio me largó, con cierto rencor:
- ¡No te creo! Las flores son débiles. Son ingenuas. Se defienden como pueden. Se creen terribles con sus espinas. Y tú, ¿tú crees que las flores...?
- ¡No, no! ¡Yo no creo nada! Te he contestado cualquier cosa, yo me ocupo de cosas serias. 
[...]
- ¡ Confundes todo! ¡Mezclas todo! Conozco un Señor Carmesí. Jamás ha aspirado una flor. Jamás ha mirado una estrella. Jamás ha querido a nadie. Y repite lo mismo que tú: <<¡Soy un hombre serio! ¡Soy un hombre serio!>> Se infla de orgullo. Pero no es un hombre; ¡es un hongo!
El principito estaba ahora pálido de cólera:
- Hace millones de años que las flores fabrican espinas. Hace millones de años que los corderos comen igualmente las flores. ¿Y no es serio intentar comprender por qué las flores se esfuerzan tanto en fabricar espinas que no sirven nunca para nada? ¿No es importante la guerra de los corderos y las flores? ¿Y no es importante que yo conozca una flor única en el mundo, que no existe en ninguna parte, salvo en mi planeta, y que un corderito puede aniquilar una mañana, así, de un solo golpe, sin darse cuenta de lo que hace? ¿Esto no es lo importante?
Enrojeció y agregó:
- Si alguien ama a una flor de la que no existe más que un ejemplar entre los millones y millones de estrellas, es bastante para que sea feliz cuando mira a las estrellas. Se dice: <<Mi flor está allí, en alguna parte...>> Y si el cordero se come la flor, para él es como si todas las estrellas se apagaran. Y esto, ¿no es importante?



miércoles, 11 de julio de 2012

Gracias


Gracias, vida, por todo lo aprendido. Por haberme convertido en quien soy hoy. Gracias, sobre todo, por haber permitido que mis pequeños grandes dramas cristalicen en mí como grandes virtudes y no como defectos.

Gracias por concederme la facilidad para amar intensamente por muchas veces que me hayan herido. Gracias por permitir que me convierta en una persona fuerte que puede apoyar a los suyos aunque crea que estoy a punto de derrumbarme. Gracias por regalarme la virtud del perdón, que ha permitido que perdone en tantas ocasiones cosas imperdonables. Gracias por hacer que nunca pierda mi risa y darme siempre algún motivo para regalarla; por hacerme sentir especial para quienes la reciben. Gracias por los pasos en falso, las caídas y las heridas que, finalmente, me condujeron siempre a un camino mejor. Gracias por convertirme en una persona que hace feliz a quienes me tienen en su vida; porque no dudan de mí…por haberme enseñado cómo mostrarles mi presencia incondicional. Gracias por hacer de mí una persona fiel, noble y leal, pese a que en más de una ocasión me hayan traicionado. Gracias por la persona que has creado y la valentía con la que has salpicado mi personalidad para alcanzar mis metas. Gracias por enseñarme cómo valorar a las personas importantes, cómo amarlas y cómo mantenerlas siempre a mi lado…aunque a mí alguna vez sí me hayan abandonado. Gracias por abrirme los ojos en tantas ocasiones para que entienda que hay cosas que es mejor dejar marchar.

Gracias por lo aprendido, por lo vivido… Gracias por lo que aún hoy me permites soñar.


martes, 10 de julio de 2012

Pasión


Apasionada, desenfrenada, indomable, fuerte, valiente. Como un torbellino, como la gaseosa. Como una explosión y su correspondiente onda expansiva. Así soy, y no lo voy a negar jamás. ¿Un defecto? ¿Una virtud? Según el momento. Un defecto porque peco con la intensidad de mis reacciones a veces, tal vez, injustamente. Una virtud porque así soy para absolutamente todos los aspectos de mi vida. Daña a alguien de los míos y serás el centro de la explosión; se alguien mío y te protegeré con la misma fuerza. Adivina de qué lado estoy, cómo funciona mi mecanismo y cómo utilizarlo a tu favor. Y ganarás; lo ganarás todo. Ganarás a una persona noble, leal, fiel; ganarás un pilar fuerte, macizo, indestructible. Me tendrás siempre contigo y tus penas serán las mías; tus éxitos lo míos y, aún mejor, los míos serán tuyos.

Pasión para escribir, para luchar, para amar, para odiar, para reír, para vivir, para ganar, para perder. Pasión para sentir. Pasión para vivir.

miércoles, 4 de julio de 2012

Volver

A veces, cuando me siento perdida o confundida, intento encontrarme entre mis textos. Por eso me gusta tanto escribir. Aquí queda clara cuál es la realidad, cuál es mi esencia, quién soy. Así, en momentos en los que me siento completamente hundida abro mis blogs, o la misma carpeta de documentos que hace tanto tiempo ya me acompañan.

Y me encuentro con un texto que se titula “Invencible”, por ejemplo, con el que me redescubro. Entonces entiendo que, como siempre, como todos, tengo momentos de debilidad, en los que siento que el mundo se hunde bajo mis pies; en los que no consigo dejar de llorar y maldecir…pero sé que después de todo eso va a llegar mi calma. Me sentaré frente al espejo y esta vez me maldeciré a mí misma por haberme permitido derramar –una vez más- lágrimas que no son de felicidad. Y entonces, aún con lágrimas en los ojos, me reiré de mí misma por haber vuelto a caer. Tendré una conversación conmigo misma (una de tantas) en la que repasaré todas y cada una de mis virtudes y en la que recordaré a muchas personas. Recordaré a personas que se quedaron en el camino y, sobre todo, a las personas que aún están; que siempre han estado. Así será cómo descubra –sí, una vez más- que es precisamente gracias a todas esas personas por lo que fui, soy y seré invencible. Recordaré todas mis experiencias, por qué sufrí, de qué me alejé y qué aprendí. Será en ese preciso instante cuando tome la decisión que me hará volver. 

lunes, 2 de julio de 2012

Fragilidad


Puedes ser la persona más feliz del mundo. Puedes estar sonriendo 23 horas de cada día. Puedes llorar de felicidad. Puedes sentirte completo. Puedes tener millones de motivos para celebrar. Pero no importa. No importa porque las cosas más bonitas suelen ser las más frágiles. Y basta una sola palabra, un gesto o una mirada para bajarte de tu nube y empezar a atormentarte con viejos fantasmas. No te lo explicas, porque apenas unos minutos antes radiabas felicidad…pero sucede. No te das cuenta, ni encuentras una explicación, pero de repente te encuentras perdida. Y piensas que tal vez tú tienes la culpa, que no sabes perdonar y que hay retos demasiado grandes incluso para ti que te creías invencible. Te escuece, cierras los ojos y una lágrima se te escapa. Entonces te das cuenta de que hay heridas que aún no han cerrado, y te asusta pensar que no vayan a cerrar nunca.