miércoles, 18 de enero de 2012

Lo que la vida me ha enseñado

La vida me ha enseñado que lo más importante no es querer a alguien, sino ser alguien a quien valga la pena querer. Me ha enseñado que la lucha siempre genera sus frutos; que una sonrisa moviliza a más personas que un millón de lágrimas y que ser fuerte no es cuestión de dureza, sino de coraje. De la valentía, la vida me ha enseñado que no consiste en no tener miedo, sino en tenerlo (cuanto más mejor) y que, pese a ello, sigas adelante. Esta vida me ha enseñado que coger una mano es algo maravilloso, pero que conservarla para siempre es lo más grande. La vida me ha enseñado que la verdadera función de los sueños no es soñarlos, sino vivirlos. He aprendido, gracias a lo que la vida me ha enseñado, que conseguir lo que quieres es grandioso pero que, mantenerlo a lo largo del tiempo es realmente mágico. La vida me ha enseñado que el amor es el mejor sentimiento del mundo y que cualquier cosa que traiga dolor no puede ser llamada amor. La vida me ha enseñado que la envidia destruye al envidioso y resalta la grandeza del envidiado. Algo muy importante que también me ha enseñado la vida es que el mejor indicador del valor de alguien es la calidad (y no cantidad) de la gente que les rodea. A base de golpes, la vida me ha desvelado que la traición y el engaño existen, que el camino es tortuoso y muchas veces oscuro, pero que si has sabido cómo vivir, siempre hallarás la luz en las personas que te acompañen. En esta vida he aprendido que los sabios aprenden de sus errores pero que, en cambio, los genios aprenden de los errores de los demás; que la debilidad no es cosa de débiles sino de los más fuertes, pues es en ellos en donde residen las grandes almas y que lo más importante es confiar en uno mismo. La vida me ha enseñado, además, que los límites no existen y que somos nosotros, aterrados, quienes elegimos dónde y cuándo ponerlos. La vida me ha enseñado que, al contrario de lo que pueda parecer, existe más gente buena que mala, aunque también me ha enseñado que el mal hace más ruido. He aprendido que lo que callamos no cuenta, que no existe, y que lo que decimos nunca se olvida. Y que la sonrisa de un niño es la mejor medicina.

Y sobre todo, la vida me ha enseñado que es bella, que vale la pena vivirla y que siempre tendrá algo que enseñarnos.

viernes, 13 de enero de 2012

Marta

Si existe un dolor profundo y agudo en esta vida es el que causa la pérdida de un hijo pero, por si eso fuera poco, en este caso no hablamos de perdidas, hablamos de robar. Porque, al asesinar a Marta del Castillo no han robado sólo su vida, sino también la de toda su familia. Pero no, no se conformaron con eso, fueron más allá e hicieron desaparecer el cuerpo de una niña y, con él, toda posibilidad de un mínimo consuelo para aquellos que la querían.

Es injusto, eso lo pensamos todos. Pero lo que es injusto de verdad es que unos padres se vean privados de su hija y además no sean compensados con la justicia que un Estado de Derecho debería entregarles.

Momentos durísimos los de la incertidumbre, la pérdida, el desconsuelo, juicios, mentiras, lágrimas. Ignorancia al creer que, finalmente, tanto dolor serviría para, al menos, hacer justicia y que aquellos que robaron tantas cosas a tantas personas pagaran por ello.

Y se quedan así, con un único culpable y una mísera condena de 20 años por asesinato. Decepción, más dolor, desesperanza, agonía, pérdida, sufrimiento, fracaso, incomprensión.

Soy jurista y madre. Por sentencias como las de Marta del Castillo, a día de hoy, me da vergüenza dedicarme a lo que me dedico.

Éste es un pequeño espacio; mi espacio, pero desde aquí quisiera mandar todas mis fuerzas y ánimos a unos padres que, sin duda, han dejado de vivir. 

jueves, 12 de enero de 2012

Esos placeres

El grandísimo placer de ser el mundo de una pequeña personita rubia, de saber que es tuyo y que nunca habrá nada que supere un amor tan puro. Esos pequeños placeres como una cerveza fresca a media mañana acompañada de la sensación de plenitud porque has cumplido con tus objetivos matutinos. Una comida rodeada de tu familia, o amigos, o de esa persona especial, en la que el ingrediente principal son un millón de risas. El pequeño gran placer de saber que hay alguien que te echa muchísimo de menos y que se muere por verte…sentir eso, y saber que es correspondido. El pequeño placer de un jueves del amor, cuando conseguimos juntarnos todos –o la mayoria- para ponernos al día de nuestras venturas y desventuras, para no olvidarnos de la falta que nos hacemos. El placer de saber que estás cumpliendo un sueño, paso a paso y, por supuesto, la absoluta certeza de que lo vas a conseguir. El pequeño placer de meterte en tu cama y, una vez bien arropada, darte cuenta de que estás tomando grandes decisiones. El pequeño placer de descubrirte cada día un poco más y, ese gran placer de no dejar de sorprenderte a ti misma; de no encontrar límites, ni fronteras, ni nada que pueda contigo. El pequeño placer de un olor que te recuerda momentos perfectos. Las canciones que describen aquel sentimiento que nunca habrías podido descifrar. El pequeño placer de recibir un mensaje, sólo porque eso significa que esa persona está pensando en ti. El gran placer de saber que, todo eso, es lo que la gente llama felicidad. 

miércoles, 11 de enero de 2012

Hoy he soñado contigo. Hacía tiempo que no lo hacía, que ni siquiera pensaba en ti. Supongo que te busco, sin querer, después de cada herida. Te busco para encontrarme, para no olvidar lo que quiero tener y no perder la esperanza ni la ilusión, porque sé que puede conseguir. Tú me lo diste, aunque al final la historia terminó por no compensarme. Y apareces así, detrás de un sueño, y me animas a esperar lo que quiero, a conseguirlo y a no conformarme con menos. Sí, ya sabes que a veces pido mucho, pero nunca más de lo que doy. Además, a ti nunca te costó, nunca tuve que pedirte nada, me hacías feliz sin que yo te lo pidiera…Ya han pasado algunos  pero es que tú... bueno, tú eres TÚ.


martes, 3 de enero de 2012

Algo sincero

Cuando todo acabó intenté necesitarte o, al menos, echarte de menos. Intenté pensar en los buenos momentos que habíamos pasado juntos para ver si conseguía derramar alguna lágrima. Intenté, incluso, sentirme culpable por conocer a otras personas. Intenté tantas cosas porque pensé que después de tanto tiempo era lo que debía sentir.

Pero, sin embargo, pese a tanto intento no conseguí ninguna de esas cosas. No pude echarte de menos porque, realmente, no había nada que echar de menos. Y no había nada que echar de menos porque tú no me dabas nada que no tuviera ya gracias a otras personas que ya formaban parte de mi vida. No te eché de menos porque no necesitaba nada de lo que me dabas.

No lloré porque, primero, consideré que ya había llorado bastante y, segundo, porque al intentar coleccionar buenos recuerdos contigo me di cuenta de que todos y cada uno de ellos estaba empañado con alguno que otro malo (normalmente más de uno).

Y sí, me sentí culpable. Pero me sentí culpable por no ser capaz de sentir nada después del final. Me sentí culpable porque, al darme cuenta de que todo había –al fin- acabado, lo único que alcancé a sentir fue un gran torrente de ilusión al saber la vida que me esperaba sin ti. Sentí paz y tranquilidad… Sólo conseguí sentir que la primavera había vuelto de nuevo a mi vida para llenarla de un montón de colores brillantes, y que lo único que te habías llevado de mí era un largo y crudo invierno. 

lunes, 2 de enero de 2012

Yo, mí, me, conmigo

¡Bienvenido 2012! No sabes la cantidad de planes que tengo para ti. Para ti y para mi, sólo para mí. Este año he decidido ser egoísta, dedicarme exclusivamente a mi persona y adorarme por encima de todas las cosas. No necesito que nadie me ponga en un altar, porque yo misma he construido uno enormemente grande y me acabo de subir a lo más alto. La vista desde aquí es tremenda. Mi altar es bastante grande para que puedan hacerme compañía las personas que lo merecen; véase mi familia, mis amigos...y ya sabéis, aquellas personas que valgan lo suficiente como para poder alcanzar el lugar que YO ya ocupo.

Este año se acabó el dar por dar, así porque sí, por amor al arte. Este año sólo regalo cosas a las personas que antes me las regalen a mí...porque, joder, me estaba quedando arruinada con tanto dar a cambio de absolutamente nada. Este año voy a ser rica porque tengo un millón de cosas que ofrecer que me voy a guardar para mí y los míos.

Que nadie se equivoque, estoy abierta a sugerencias. Cualquier persona que crea merecer un pequeño hueco en mi maravillosísimo altar será invitada a permanecer en él siempre que demuestre que es digna de mi pequeño templo. A mis personas de siempre, mis preferidas, sabéis que SIEMPRE tendréis lo mejor de mí, todo para vosotros y, obviamente, a cambio de nada...porque el hecho de saber que existís es motivo más que suficiente para ocupar un prestigioso sitio en mi altar particular.