martes, 25 de marzo de 2014

Lo que tú desees, una y mil veces.

¿Quién quiere estar cuerdo en este mundo de locos?

En realidad no es todo que deberías hacer precisamente aquello que tienes que hacer. Porque, decidme, ¿qué más da si ya le diste una oportunidad, tres o una centena? Lo lógico sería que tras la primera decepción el oportunista en cuestión no recibiera otra oportunidad, sino una patada ahí donde la espalda pierde su nombre... pero, ¿de qué sirve eso cuando en realidad lo único que deseas es darle cien mil más? Dáselas, y hasta un millón. Hasta que no puedas respirar. Dáselas mientras sea lo que deseas.

No importa que te hayan roto el corazón alguna vez. Lo lógico (¿?) sería guardarlo bajo llave en alguna urna de cristal a prueba de bombas atómicas y lanzarlo al Triángulo de las Bermudas antes del próximo amanecer. Pero no tienes que hacer eso si lo que en realidad deseas es ir por ahí a pecho descubierto haciendo alarde de tu valentía. Aunque duela y los trozos ya no sean trozos sino polvo. Hazlo así si lo deseas. A la porra con las llaves.

Cuando caminas corres el riesgo inevitable de caer. Deberías decidir cambiar de ruta, porque no deberías querer volver a tropezar de nuevo justo en esa piedra. Pero, ¿para qué cambiar, si ése es tu paisaje favorito y sabes que lo único que seguirás deseando es levantarte una, otra y otra vez? Hasta el final. Y aunque no haya final. A tomar por saco el camino de flores, que encima dan alergia.

Después de terminar (por quinta vez) tu libro favorito, lo lógico sería guardar un buen recuerdo de él y pasar al siguiente. ¿Qué importa si tú lo que quieres es que sea ése libro el que vele tu mesita de noche por los siglos de los siglos? Déjalo ahí. Reléelo. Una y mil veces.

Resulta que con este hacer nos estamos convirtiendo en una especie de robots maquiavélicos sin coraje, sin sentimientos y programados respecto a todo aquello que deberíamos querer hacer. Así parece que todo sea más fácil. Decidimos algo porque es lo que debemos decidir. Sin más. No hace falta más vuelta de hoja. El "es lo que hay" se ha convertido en nuestro dogma diario. "ES LO QUE HAY", asesinando lenta, dolorosa y silenciosamente a los ya pasados de moda "Y SI..." y el deseo que cada uno de ellos esconde. Encima, cada vez que te dices "es lo que hay", muere un gatito.

Nuestro sentido común (que, de repente y muy a mi pesar, vuelve a ser el más común) ha tomado las riendas de nuestras vidas anulando cualquier atisbo de pasión que pudiera asomar, discordante y delirante, frente a tanta decisión debida.

Pero no os preocupéis. No tengáis miedo. SE CURA. Sólo tienes que desenchufar al robot que se ha apoderado de tu alma (o cortocircuitearlo) y empezar a escucharte. Dejarte desear. Y salir ahí, al mundo, a desentonar junto a tanta mecánica para hacer todo lo que tú desees una y mil veces.




4 comentarios:

  1. Me ha encantado!!!!!!!! Y tienes muchísima razón en lo que dices!!!!!!!
    Un beso

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    1. Gracias preciosaaaa!! Me alegro mucho!!! ;)
      Un besazooo!!

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  2. ADORO tus entradas Fat :D

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