El otro día estuve cenando con un viejo amigo. Realmente hacía muchísimos años que no nos veíamos, o por lo menos que no nos veíamos en las circunstancias adecuadas para poder tener una conversación decente. Y allí que nos pusimos, mano a mano, a recordar viejos tiempos y a contarnos cuántas cosas habíamos vivido en los no tan viejos. Lo típico, ya sabéis: estudios, amor, futuro, trabajo...locuras varias. Cuando concluimos con el resumen de unos cuantos años de vida volvimos a bromear, sobre todo en el tema "amor", decíamos que siempre salgo de Guatemala para meterme en
Guatepeor, que cada nueva historia había sido aún más desastrosa que la anterior y que me daba miedo imaginar qué demonios era lo que se me estaba avecinando.
Entre risa y risa, broma y broma, fracaso y fracaso, él me preguntó: "pero, después de todas esas relaciones,
¿Has aprendido algo?" Joder. Me quedé ojitplática, patidifusa, muerta
matá. Se me ocurrieron un millón de respuestas brillantes. Podría haberle dicho cosas como: "Sí, claro, he aprendido que el amor hay que entregárselo a quien se lo merece"; o algo como "Por supuesto, hay cosas por las que no vale la pena luchar"; y la mejor: "Sí, que no debo ser tan idealista y debo aprender a vivir más en este mundo que en el mío". Cualquiera de ésas habría sido lógica y coherente tras tantos barcos hundidos. Pero claro... yo soy de todo menos lógica y coherente. Así que, como no tenía necesidad de mentirle, ni mucho menos de mentirme a mí misma, le contesté un simple y a la par complejo
NO. Así, tal cual, con su punto y todo. Y, claro, como era de esperar volvimos a reír.
Pero, ¿qué le voy a hacer? Si voy a seguir preparando bizcochos por cumpleaños, regalando Nocheviejas en Enero, haciendo masajes después de los entrenamientos, yendo a cada partido, preparando desayunoscomidasmeriendasycenas con notitas de amor en las servilletas, lo imposible para acomodar nuestro fin de semana entre mi familia y la suya, dejando cartas en parabrisas... No porque esas cosas fueran insignificantes y las haga por cualquiera; no significa que no fueran especiales cuando lo hacía por ellos -pues, alguno de ellos lo fue realmente-, sino porque ya pasó, lo fueron y ya no lo son... pero hay alguien que sí lo será. Y yo soy así, de todo... menos lógica y coherente.