miércoles, 27 de marzo de 2013

Para ti

Para ti que desde que conseguí "conquistarte" con mis vocativos especiales siempre has estado, estás y estarás. Para ti que has aguantado que te llore, te grite y te enfade con mis tonterías. Para ti que eres un ser humano excepcional, y que precisamente por eso a veces te encuentras perdido en este mundo de locos; para ti porque juntos creamos la locura que necesitamos para vivir en cada escenario en el que nos toca actuar. Para ti que me valoras como amiga, como mujer y como persona. Para ti, que me regalas la alegría de saber que te complemento a la perfección. Para ti, que también me complementas y me das tranquilidad, estabilidad y cordura así como espectáculo, fantasía y locura, dependiendo de lo que necesite en cada momento. Para ti que me das todo tu tiempo.

Aquí tienes un trocito de esta página que tanto te gusta ,sólo para ti, para que vuelvas cada vez que lo necesitas y así puedas recordar lo grande que eres y lo grandes que somos juntos. Para ti... porque te quiero.

jueves, 21 de marzo de 2013

¿Has aprendido algo?

El otro día estuve cenando con un viejo amigo. Realmente hacía muchísimos años que no nos veíamos, o por lo menos que no nos veíamos en las circunstancias adecuadas para poder tener una conversación decente. Y allí que nos pusimos, mano a mano, a recordar viejos tiempos y a contarnos cuántas cosas habíamos vivido en los no tan viejos. Lo típico, ya sabéis: estudios, amor, futuro, trabajo...locuras varias. Cuando concluimos con el resumen de unos cuantos años de vida volvimos a bromear, sobre todo en el tema "amor", decíamos que siempre salgo de Guatemala para meterme en Guatepeor, que cada nueva historia había sido aún más desastrosa que la anterior y que me daba miedo imaginar qué demonios era lo que se me estaba avecinando.

Entre risa y risa, broma y broma, fracaso y fracaso, él me preguntó: "pero, después de todas esas relaciones, ¿Has aprendido algo?" Joder. Me quedé ojitplática, patidifusa, muerta matá. Se me ocurrieron un millón de respuestas brillantes. Podría haberle dicho cosas como: "Sí, claro, he aprendido que el amor hay que entregárselo a quien se lo merece"; o algo como "Por supuesto, hay cosas por las que no vale la pena luchar"; y la mejor: "Sí, que no debo ser tan idealista y debo aprender a vivir más en este mundo que en el mío". Cualquiera de ésas habría sido lógica y coherente tras tantos barcos hundidos. Pero claro... yo soy de todo menos lógica y coherente. Así que, como no tenía necesidad de mentirle, ni mucho menos de mentirme a mí misma, le contesté un simple y a la par complejo NO. Así, tal cual, con su punto y todo. Y, claro, como era de esperar volvimos a reír.

Pero, ¿qué le voy a hacer? Si voy a seguir preparando bizcochos por cumpleaños, regalando Nocheviejas en Enero, haciendo masajes después de los entrenamientos, yendo a cada partido, preparando desayunoscomidasmeriendasycenas con notitas de amor en las servilletas, lo imposible para acomodar nuestro fin de semana entre mi familia y la suya, dejando cartas en parabrisas... No porque esas cosas fueran insignificantes y las haga por cualquiera; no significa que no fueran especiales cuando lo hacía por ellos -pues, alguno de ellos lo fue realmente-, sino porque ya pasó, lo fueron y ya no lo son... pero hay alguien que sí lo será. Y yo soy así, de todo... menos lógica y coherente.




lunes, 11 de marzo de 2013


Te quiero. Y me da igual que no sea lo normal, lo corriente, lo correcto, lo que la gente espera de mí. Me da igual si a mi orgullo le duele, pero es así: te quiero. Te quiero aunque me hayas hecho daño, aunque te llevaras mi vida contigo y me trajeras nuestro infierno particular. Te quiero aunque me hayas mentido, aunque me mientas, aunque no me quieras. Te quiero aunque me hayas retado, aunque me retes, aunque no te vea ni me veas. Te quiero porque me da miedo olvidarte, y que no me quede nada de ti. Porque en realidad no quiero olvidarte. Ni a ti, ni a nosotros. Quiero recordar cada momento que creamos, que creaste tú para mí, aunque luego los destruyeras. Quiero recordar cada sonrisa que te regalé, la ilusión que me conquistaba cada vez que te esperaba en la puerta de mi casa, cada vez que aparecía tu nombre en la pantalla del móvil o cuando simplemente hablaba de ti. También cada promesa que te hice, y las que tú me hiciste. Te quiero porque gracias a ti supe qué es querer y que te quieran. Te quiero porque me hiciste sentir única, y porque tú eras el único.

Y no me avergüenza decírtelo, porque es así como lo siento. Me da vergüenza todo lo que he tenido que pasar por ti, por tu historia que hice mía, por no acabar a tiempo, por esperar demasiado y por seguir esperando, por haberte perdonado tantas veces, por haber construido un futuro contigo sobre un presente que se tambaleaba, porque has borrado todo lo que fuimos, porque por tu culpa nunca más lo volveremos a ser…

Y por todo eso te odio. Te odio porque no podemos estar juntos, porque pienso en ti todos los días, porque lo mío ya no es “nuestro” sino sólo mío, porque nunca volveré a sentir todo lo que sentí, por olvidarlo todo, por creerte tus mentiras, por obligarme a alejarme de ti, por dudar que te quería, que te sigo queriendo, que te echo de menos. Te odio porque no puedo olvidarte, porque no quiero olvidarte.

28.09.10