Un día cualquiera, de una semana cualquiera,
de un mes cualquiera. Lo ves y algo extraño sacude tu cuerpo. Imposible saber
qué es, pero algo lo suficientemente potente como para saber que acaba de producirse
un antes y un después. Pruebas suerte, porque, a veces esas cosas pasan. Nunca
a ti, pero ¿por qué no? Lo intentas.
Pero no sale como esperabas. De hecho no te
habrías podido imaginar si quiera todo lo que se avecinaba; algo que nunca
habías soñado, ni leído, ni visto en películas. Incluso mientras lo estás viviendo crees
que sólo eres un espectador de esta tragicomediaromántica
tan intrincada. Al más puro estilo griego. O romano. O de Woody Allen. O todo
junto.
En fin, la cuestión es que es tu historia. Y
a veces pesa. Mucho. Y es que nunca sale nada como esperas. Y esperas (¡vaya
que si esperas!). No sabes qué, pero el caso es que esperas. Un milagro, o dos –tal
vez-, un momento de lucidez en su mente que le haga ver todo lo que tú hace
tiempo que ya ves. Y desesperas. Y quieres que acabe. Pero no quieres, porque,
en realidad sólo quieres que empiece. Y d-e-s-e-s-p-e-r-a-s.
Hasta que ocurre. Ni idea de cómo. En mitad
de la música, del baile, del ruido, de la ajenidad de la gente. Y se produce
algo mágico. Algo como la combustión espontánea de todos tus males, la rosa
mosqueta de tus cicatrices, el chorro de
agua fría que apaga tu sed. Se produce algo así como una lluvia de estrellas o el
cometa jamás visto en los últimos 300 años. Pasa algo así como encontrarse de
repente solos en mitad de la nada. O del todo. Un Big Bang. Nuestro Big Bang.
Y todo empieza a ser como quieres. Tan bueno que nunca lo habías soñado, ni leído, ni visto en películas. Algo tan genial que es prácticamente inimaginable y que, precisamente por eso parece tan frágil. Entonces aparece lo único malo que puede acompañar semejante historia: el miedo. Miedo a que alguien descubra algo que tú descubriste hace tiempo. Miedo a que alguien se dé cuenta de lo especial que es, de lo fantástico que sería besarle, abrazarle…tenerle. Mucho miedo a que alguien espere y desespere y sueñe y luche y busque. Miedo de que haya por ahí alguien como tú capaz de todo.
Respiras.
Recuerdas.
Y sonríes…
…porque, ¿cuántas personas conoces capaces de
provocar un Big Bang?
Fat!! qué ganísimas de volverte a leer!! te echaba de menos ya.... un besazo! Por cierto tengo libros que recomendarte :D
ResponderEliminar¡Qué maravilla!
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