miércoles, 9 de abril de 2014

Eco

Se acabó. Ya no queda nada. No hay magia, no hay luz, ya nada brilla. Todo se apagó, nos ganó el final del cuentoo. No ha sobrevivido nada por lo que valga la pena luchar, nada que te arraque sonrisas, ni mensajes fugaces que explosionen el alma. No queda camino, ni horizonte, ni perspectiva. Se fueron las razones, y se desvanecieron los motivos. Las palabras quedaron huecas, las manos vacías y las excusas danzando. Los perdones ardiendo, las gracias olvidadas y las ganas perdidas. Las lágrimas secas, las miradas muertas y los susurros agónicos. La música sorda, los suspiros volando y las promesas inertes.

Se acabó. No hay nada. Ni siquiera hay nada que sentir, ninguna pérdida que lamentar... Sólo un eco. Un eco que ya no es nada de la sinfonía que reinó. Un eco que calla todo lo que (no) se gritó. 


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