lunes, 28 de noviembre de 2011

Cada día, cada tarde.

Sentados en un parque, mientras el tiempo se les escurria tras el primer café de la tarde, ella apuntó:
Todos los días se aprende algo nuevo.
Él, con su sonrisa traviesa, como siempre, respondió:
Es verdad. Mira, yo hoy he aprendido que en la cafetería de la esquina queman un poco el café; que la fuente de este parque se enciende a las 17.21 y que cuando se trata de estar contigo, todo el tiempo del mundo me parece poco.

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