Perdona lo justo para no olvidar. Cree hasta el infinito si sientes que algo vale la pena. Ilusiónate, pero no pierdas el norte. Arriesga, aunque no ganes, aunque duela, porque realmente nunca vas a perder. Juega, pero no dejes que nunca nadie dude de tus actos. Aprende a perder. Sufre, pero sin llegar a desesperar. Se paciente y espera lo que deseas. Lucha por lo que quieres y nunca, bajo ningún concepto o prohibición lo dejes escapar. Ama lo necesario para merecer ser correspondido. Y sonríe, sobre todo sonríe. Sonríe aunque no tengas ganas; aunque sólo quieras llorar. Sonríe tanto, tanto, tanto que ninguna de las personas a las que conozcas sea capaz de olvidar tu sonrisa.
miércoles, 30 de noviembre de 2011
lunes, 28 de noviembre de 2011
El riesgo de suponer
"Supongo que sabe que la quiero.
Supongo que sabe que la necesito.
Supongo que sabe que es la única y que no tengo ojos para nadie más.
Supongo que sabe que puede confiar en mí.
Supongo que sabe que su sonrisa es la mejor de las medicinas.
Supongo que sabe que es especial
Supongo que sabe que la admiro.
Supongo que sabe que soy feliz sabiendo que, esté donde esté, ella está pensando en mí.
Supongo que sabe que me siento el hombre más afortunado del mundo porque sé que ella está soñando conmigo.
Supongo que sabe cuánto la valoro.
Supongo que sabe que nunca haría nada que pudiera hacerle daño.
Supongo que sabe que mi sofá la echa de menos a cada instante y que mi cama no es lo mismo sin su olor.
Supongo que sabe que le agradezco mucho que siempre haya estado a mi lado cuando la he necesitado.
Supongo que sabe que estoy seguro de que nunca conoceré a nadie como ella.
Supongo que todo eso es suficiente."
"Ojalá él me quisiera tanto como yo.
Ojalá me necesitara.
Ojalá no tuviera dudas de que soy la única y así no me comieran los celos cada vez que nombra a otra.
Ojalá no me esté equivocando al confiar en él.
Ojalá le encantara verme sonreír tanto como a mí ver su sonrisa.
Ojalá me hiciera sentir realmente especial.
Ojalá él me admirara tanto como yo a él.
Ojalá que saber que siempre pienso en él le hiciera feliz.
Ojalá se sintiera afortunado por ser él quien pasea por mis sueños.
Ojalá me valorara tanto como merezco.
Ojalá no hiciera cosas que me duelen tanto.
Ojalá cada vez que esté sentado en su sofá eche de menos apoyarse en mí y que, cuando esté en su cama no pueda dormir si no lo vela mi olor.
Ojalá sepa que apoyarle en todo momento es para mí una gran suerte, y se sintiera feliz por ello.
Ojalá tuviera la certeza de que nunca conocerá a nadie que le quiera tanto como yo.
Ojalá me demostrara todo esto y no creyera que con “suponer” es suficiente…"
Cada día, cada tarde.
Sentados en un parque, mientras el tiempo se les escurria tras el primer café de la tarde, ella apuntó:
- Todos los días se aprende algo nuevo.
Él, con su sonrisa traviesa, como siempre, respondió:
- Es verdad. Mira, yo hoy he aprendido que en la cafetería de la esquina queman un poco el café; que la fuente de este parque se enciende a las 17.21 y que cuando se trata de estar contigo, todo el tiempo del mundo me parece poco.
- Todos los días se aprende algo nuevo.
Él, con su sonrisa traviesa, como siempre, respondió:
- Es verdad. Mira, yo hoy he aprendido que en la cafetería de la esquina queman un poco el café; que la fuente de este parque se enciende a las 17.21 y que cuando se trata de estar contigo, todo el tiempo del mundo me parece poco.
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