Hoy es un día grande. Hoy hace 7
años que se encendió la luz que ilumina mi vida; la luz que, desde entonces, me
ha guiado, me guía y me guiará en el camino hasta el fin de mis días.
Es muy difícil expresar con
palabras cuánto te quiero, pequeño. Puedo intentar hacerlo explicando que
cuando tú sonríes el mundo se para y que cuando tú estás triste todo es gris.
Podría decir que tú eres mis ojos, mis manos, mi corazón, mi alma…decir que
eres mi vida. E incluso si te dijera que cuando me abrazas todo a nuestro
alrededor desaparece y me llenas de energía y paz a partes iguales
probablemente poca gente lo entendería. Y si te dijera que eres mi principio y
mi final también me estaría quedando corta.
Porque es mucho más que eso. Es
mucho más de lo que se puede expresar con palabras…y por eso hemos creado
nuestro propio lenguaje. El lenguaje a través del cual con una sola mirada sé
si me estás engañando…a la vez que tú sabes que te he descubierto. Ese lenguaje
que aprendí en una de esas noches, que al acariciarte justo en el centro de la
espalda ríes durante, al menos, 20 segundos sin parar. Tu mirada al verme
llegar a tu comedor, cómo intentas rehuirla para hacerte el sorprendido en
cuanto me acerco a besarte por detrás… ¡delante de todos tus amigos! Sí…justo
esa mirada que me dice que ya eres mayor, aunque no lo suficiente como para no
ilusionarte cada jueves al verme cruzar la puerta. Hemos creado el lenguaje en
el que con tus besos sabes calmar cualquier herida, por su dulzura, por su
propia despreocupación. O ese lenguaje, que te ha enseñado que el día del
preparador estoy especialmente nerviosa y entonces me preguntas si es que hoy
tengo “profesor” y me recuerdas que siempre lo hago bien y que no entiendes por
qué estoy tan nerviosa. En nuestro lenguaje, en el que tú sabes lo orgullosa
que me siento de ti cuando llegas a casa y me cuentas que un amigo del cole
estaba pegando a unas chicas, que tú le has dicho lo horrible que es pegar a
las chicas…y que finalmente has tenido que pegarle tú para protegerlas.
Ése es nuestro lenguaje, a través
del cual pretendo transmitirte cada día cuánto, cuánto, cuantísimo puedo llegar
a adorarte.
Feliz Cumpleaños, pollito.